Con una pregunta directa, la concejala de 脕msterdam y miembro del Partido Laborista, Lian Heinhuis, est谩 desafiando tanto a las empresas como a los residentes a repensar c贸mo encajan los expatriados en la vida de la ciudad. Su propuesta,聽Maak van Amsterdam je thuis聽(鈥淗az de 脕msterdam tu hogar鈥�), fue inicialmente rechazada. Pero el 12 de junio, el consejo municipal le dio luz verde. Su misi贸n es sencilla: ayudar a que los expatriados se sientan verdaderamente conectados con la vida en 脕msterdam.
Porque vivir en una ciudad 鈥攜a sea por unos meses o por muchos a帽os鈥� significa m谩s que simplemente alquilar una vivienda o desplazarse al trabajo. Significa poder charlar con tus vecinos, saber cu谩ndo ser谩 la pr贸xima reuni贸n del barrio o entender c贸mo funciona el sistema de recogida de basura. Como m铆nimo, significa mostrar inter茅s por el lugar que ahora llamas hogar.
Pero para muchos residentes de 脕msterdam desde hace tiempo, los expatriados parecen distantes. A menudo llegan para ocupar puestos bien remunerados, viven c贸modamente pero de forma separada, formando c铆rculos sociales que rara vez se cruzan con la vida local. Algunos vecinos expresan preocupaciones importantes: que los expatriados est谩n encareciendo la vivienda, que el ingl茅s est谩 desplazando al neerland茅s en la vida cotidiana y que la ciudad est谩 perdiendo su alma.
La iniciativa de Heinhuis busca tender un puente. Tambi茅n llama la atenci贸n sobre un problema m谩s profundo: la desigualdad en cuanto a lo que se espera 鈥攐 no se espera鈥� de los distintos grupos de migrantes en t茅rminos de integraci贸n. Mientras que a los inmigrantes con ingresos bajos generalmente se les exige aprender neerland茅s y comprender la cultura, a los expatriados con m谩s recursos, ciudadanos de la UE y profesionales de corta estancia a menudo no se les imponen tales obligaciones. Pero 驴por qu茅 deber铆an existir expectativas diferentes?
El programa Haz de 脕msterdam tu hogar propone un enfoque m谩s equilibrado: ofrecer clases de neerland茅s a los expatriados, introducirlos en la vida c铆vica y las normas culturales del pa铆s, y evaluar su comprensi贸n a trav茅s de un examen final. Los empleadores, que se benefician de esta mano de obra internacional, contribuir铆an a financiar el esfuerzo.
Quienes apoyan la iniciativa insisten en que no se trata de se帽alar con el dedo. Se trata de tender la mano: de animar a los expatriados a crear lazos m谩s fuertes con sus barrios y, al hacerlo, fomentar una ciudad en la que todos se sientan en casa.
