
Muchos aspectos de la vida actual están marcados por juicios y evaluaciones constantes: revisiones anuales, indicadores de rendimiento, evaluaciones de objetivos, auditorÃas de competencias, entre otros. Pero ¿deberÃamos aplicar el mismo enfoque a una reubicación internacional? Vivir en el extranjero es una experiencia rica y compleja, lo que plantea una pregunta importante: ¿cómo—y por qué—deberÃamos evaluarla? ¿Es para fortalecer una candidatura a un nuevo puesto y reflejar mejor el valor de nuestra experiencia intercultural? ¿Para ganar claridad sobre nuestros objetivos futuros en un entorno internacional? ¿O quizá para entender las razones que nos llevan a regresar?
¿Se puede medir objetivamente el éxito?
Aunque una carrera profesional exitosa suele evaluarse mediante KPI (Indicadores Clave de Rendimiento), la mayorÃa de las empresas no aplica métricas igual de claras para valorar el éxito general de una expatriación. Desde la perspectiva del empleador, el éxito suele definirse por si se cumplen los objetivos preestablecidos. Pero este enfoque pasa por alto muchos aspectos vitales de vivir en el extranjero: aprender un nuevo idioma, trabajar o liderar en un entorno intercultural y desarrollar habilidades blandas como la adaptabilidad o la capacidad de comunicarse en códigos desconocidos.
Evaluar las competencias adquiridas en contextos interculturales es especialmente difÃcil, ya que las situaciones y las respuestas pueden variar ampliamente. ¿Realmente gestionaste un equipo con importantes diferencias culturales, o simplemente aplicaste el mismo estilo de liderazgo que antes de mudarte? ¿Adaptaste tu forma de comunicarte a las normas locales o seguiste usando la tuya? Incluso las diferencias sutiles en la comunicación pueden causar confusión o incomodidad. En algunas culturas, por ejemplo, la retroalimentación indirecta puede resultar desconcertante o poco clara si estás acostumbrado a una comunicación más directa. Esto dificulta saber si realmente desarrollaste competencias interculturales o si simplemente te las arreglaste con mÃnimos ajustes.
Lo mismo ocurre con el idioma. Algunos expatriados consideran que aprender el idioma local es opcional—demasiado difÃcil, demasiado largo, o simplemente poco interesante. Pero ¿se puede considerar exitosa una experiencia internacional si vuelves sin saber ni una sola palabra del idioma local? Depende de tu visión personal. A menudo se reduce a si fuiste capaz—o estuviste dispuesto—a construir relaciones significativas con personas locales, aunque para algunos esto no sea una prioridad.
Claro que el éxito en el extranjero puede medirse a través de ascensos, aumentos de sueldo, bonificaciones o cumplimiento de objetivos. Pero es mucho más difÃcil evaluar el crecimiento personal y profesional—o el sentido de enriquecimiento profundo—que conlleva vivir en un entorno nuevo. En este sentido, también debemos tener en cuenta a las parejas acompañantes, que a menudo carecen de indicadores convencionales de éxito como los ingresos. Para muchas de ellas, mudarse al extranjero puede significar la pérdida de una carrera o de una rutina diaria. Pero ¿eso hace que su experiencia no merezca ser analizada? En absoluto.
¿Por qué deberÃas medir la calidad y el éxito de tu mudanza?
Compararte con otros expatriados tiene poco sentido. Sin embargo, utilizar herramientas de evaluación puede ser muy beneficioso—especialmente para las empresas que invierten mucho en asignaciones internacionales. Los contratos de expatriación conllevan costes importantes: seguros médicos privados, ayudas por el coste de vida y, a menudo, apoyo adicional para la vivienda o las matrÃculas escolares. Las empresas pueden beneficiarse de implementar evaluaciones estructuradas antes del traslado y al finalizar la misión. Estas herramientas ayudan a determinar si realmente era necesario enviar a un empleado al extranjero—o si una contratación local habrÃa sido igual de efectiva.
¿Qué valor especÃfico aportó el empleado? ¿Su capacidad para gestionar equipos multiculturales? ¿Su papel como puente entre la sede y los equipos locales? ¿O su experiencia técnica era clave para el puesto?
Aunque los empleadores suelen tener en cuenta estas preguntas antes de asignar a alguien, una evaluación más formal al final de la misión podrÃa aportar mayor claridad. Este tipo de análisis podrÃa formar parte de una planificación de carrera más amplia y de una polÃtica de recursos humanos eficaz. ¿Qué aprendió exactamente el empleado durante su tiempo en el extranjero? ¿Cómo apoyan esas nuevas competencias su desarrollo profesional—y qué rol deberÃa asumir a continuación?
PodrÃamos imaginar una evaluación formal de competencias después de cada asignación internacional, centrada especÃficamente en la experiencia de expatriación. Esto ayudarÃa a los empleados a identificar las nuevas capacidades adquiridas y darÃa a la empresa una visión más clara para la planificación de RRHH. Como es difÃcil evaluar las competencias interculturales de forma aislada, estas evaluaciones—conducidas por profesionales familiarizados con la vida del expatriado—están diseñadas para afrontar ese reto.
En cuanto a las parejas acompañantes que quizás no trabajaron durante la asignación, eso no hace que su experiencia sea menos valiosa. ¿Experimentaron frustración—o vivieron un importante crecimiento personal? ¿Ese tiempo ofreció nuevas ideas profesionales o incluso despertó un nuevo camino por explorar? ¿Qué habilidades lingüÃsticas o culturales desarrollaron?
Desgraciadamente, muchas parejas acompañantes tienen dificultades para explicar el valor de su tiempo en el extranjero si no trabajaron. Sin embargo, las evaluaciones de competencias adaptadas a la experiencia del expatriado no son solo para quienes tienen empleo remunerado; también pueden ser muy útiles para quienes hicieron una pausa profesional.
En última instancia, evaluar tu mudanza te ayuda a comprender y expresar mejor las habilidades que has adquirido, reflexionar sobre tu desarrollo personal y profesional, y reconocer tu evolución interna—aunque la experiencia no haya sido del todo positiva. A veces, analizar tu tiempo en el extranjero también significa darte cuenta de que prefieres trabajar en un entorno más familiar y que una vida de destinos internacionales no es para ti. Y eso no es un fracaso—es simplemente honestidad.