
La pandemia de coronavirus obligó a muchos paÃses a tomar medidas estrictas y a prohibir la inmigración. Esto pospuso los planes de muchas personas de trasladarse al extranjero, y aunque hoy en dÃa la situación es menos preocupante, los expatriados siguen enfrentándose a retos en el extranjero.Â
TenÃan la esperanza de que la mayorÃa de los paÃses aliviaran las restricciones y la vida pudiera volver a la normalidad, pero parece que la pandemia aún no ha terminado.
La Organización de las Naciones Unidas, ONU, estimó una disminución de casi 2 millones de migrantes internacionales en comparación con el aumento inicialmente entre mediados de 2019 y mediados de 2020. Se estima que en 2020 las entradas de migración permanente a los paÃses de la OCDE se redujeron en más de un 30%, y el año 2020 fue un mÃnimo histórico para la migración a los paÃses de la OCDE desde 2003. Entre todas las categorÃas de migración permanente a los paÃses de la OCDE, los datos parcialmente disponibles muestran que la migración familiar experimentó el mayor descenso en 2020, en más de un 35%.
Este descenso de los flujos migratorios debido a las restricciones relacionadas con el COVID ha tenido efectos demográficos en los paÃses que dependen de la migración para el crecimiento de la población. Por ejemplo, los datos nacionales para 2020 sugieren que la población de Alemania no creció por primera vez en la última década debido a la disminución de la inmigración, según el Informe 2021 de la . Actualmente, el paÃs se enfrenta a una escasez de mano de obra en muchos sectores, y pretende atraer a 400.000 trabajadores cualificados del extranjero.
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Gabriella Alves es una estudiante brasileña expatriada que vive en Heilbronn (Alemania). Llegó en septiembre del año pasado, con la esperanza de que se acabaran las restricciones de Covid-19. Al principio, como se iba a trasladar a Alemania en febrero de 2021, renunció a su trabajo. "Estaba programada al 100% la mudanza, y semanas antes se habÃan cerrado las fronteras entre Brasil y Alemania, me sentà atrapada y con miedo a lo que pudiera venir y a lo grave que se estaba poniendo todo. Salvo en el caso de las guerras, nunca pensé que una frontera pudiera cerrarse en pleno siglo XXI", dice. Según ella, los expatriados se han sentido muy frustrados por su incapacidad para hacer planes, pero cree que es un riesgo que deben asumir. "Hoy entiendo que fue la mejor decisión haber intentado ir de todas formas y posponerlo a septiembre. Al final ha funcionado".
Gabriela es de São Paulo, y durante la pandemia en Brasil, pasó por encima de estrictas normas para evitar el contagio del virus. "Mis clases en la universidad eran online, los bares y restaurantes tenÃan restricciones horarias, normalmente hasta las 11 de la noche. Mi vida social se hacÃa más de dÃa que de noche", comenta. Cuando llegó a Alemania en septiembre, las normas de Covid-19 se habÃan suavizado; habÃa fiestas, discotecas, bares y clases universitarias presenciales sin restricciones horarias. Esta realidad elevó las expectativas de Gabriella. "Pensé que era una cuestión de tiempo, que las medidas se relajarÃan cada vez más. HabÃa fiestas, pero era necesario mostrar el certificado de vacunación y a veces una prueba antigénica".Â
Sin embargo, las cosas empeoraron en diciembre, cuando volvieron las restricciones en Alemania. Se cerraron las discotecas y se aplicó de nuevo el toque de queda. Si los expatriados no estaban completamente vacunados con al menos dos vacunas o no tenÃan una prueba antigénica, no podÃan ir a restaurantes, tiendas e incluso viajar en tren. Las medidas de control en Alemania han sido más estrictas, pero el paÃs ofrece, casi en cada esquina, una prueba rápida y gratuita de Covid-19. Según Gabriella, es un periodo extraño para ser un expatriado, ya que las normas del paÃs con respecto al Covid-19 son muy inestables en función del número de casos de coronavirus. Actualmente, en Alemania, las medidas se han suavizado de nuevo; ya no hay restricciones de tiempo, pero aún asÃ, vayan donde vayan los expatriados, tienen que mostrar una prueba de vacunación con el refuerzo o una prueba negativa y en la mayorÃa de los lugares, excepto en las tiendas esenciales, es obligatorio el uso de la máscara ffp2. "En todos los lugares en los que se entra, hay que mostrar el certificado. Incluso el transporte público tiene a veces inspecciones. Algunas de mis clases fueron en lÃnea en diciembre. En la universidad, también comprobaban el certificado de vacunación en todas las clases", comenta Gabriella.Â
Reducir las expectativasÂ
Los expatriados que abandonan sus paÃses del sur global y se dirigen al norte suelen creer que las cosas están mejorando y que las restricciones de Covid-19 se están suavizando. Pero esa no es la realidad a la que se enfrentan. La situación de Gabriela en Alemania es un patrón común para la mayorÃa de los expatriados que se trasladaron al extranjero durante la pandemia. Los trabajadores expatriados han estado al menos en una oficina semipresencial, y los estudiantes han oscilado entre las clases virtuales y las presenciales. En la Universidad Complutense de Madrid, que cuenta con un gran número de estudiantes internacionales, las clases podÃan cambiar totalmente al modo online de repente si más de cinco estudiantes de una clase daban positivo al Covid-19. Las empresas e instituciones educativas no querÃan correr el riesgo de acabar en los titulares por ser un foco de virus.Â
Mary Fristad, psicóloga del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, dijo que ser paciente en los tiempos de Covid-19 es realmente difÃcil. "A lo largo de la vida, esto será una pequeña parte", continuó Fristad. "Es saber que sólo podemos controlar lo que está bajo nuestro control y dejar pasar el resto", comentó a los medios. Para la misma prensa, otro psicólogo, Kevin Arnold, presidente del Centro de Terapia Cognitiva y Conductual de la zona noroeste de Columbus, comentó que "todavÃa ahora, nuestra realidad no va a ser una explosión hacia la vida de vuelta como la conocÃamos. ... Permitirse gestionar la ansiedad será el truco", dijo.