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Cómo responden los países a nivel global a la migración climática

Taketomijima à Ishigaki au Japon
leungchopan / Envato Elements
Escrito porAsaël Häzaqel 18 Agosto 2025

A medida que se multiplican los eventos climáticos extremos, el mundo se plantea preguntas difíciles. ¿Qué futuro les espera a las poblaciones más expuestas? La creación de islas y territorios artificiales sigue en discusión, pero solo responde de manera parcial—y temporal—a las necesidades de las comunidades desplazadas por el clima. Algunos estados avanzan ahora hacia soluciones más duraderas. Aquí un vistazo más de cerca.

Visas climáticos para personas amenazadas por desastres

En 1973, la novela especulativa Japan Sinks (La submersion du Japon) de Komatsu Sakyō causó gran revuelo. El autor imagina a Japón desbordado por catástrofes naturales. Se desarrollan negociaciones secretas con otros países —entre ellos Australia— para rescatar a la población. Traducido a varios idiomas y adaptado en series de televisión, películas, anime y manga, el bestseller sigue alimentando el debate. Las adaptaciones más recientes han suavizado los tonos nacionalistas para dar protagonismo a la diversidad y la necesidad de cooperación entre personas y entre estados. La realidad, al parecer, se acerca cada vez más a la ficción. Los desastres que golpean al archipiélago obligan a las autoridades y ciudadanos a reflexionar. Aunque la migración climática no está sobre la mesa para Japón, muchos se preguntan cómo proteger al país de los riesgos naturales. Otros países, sin embargo, ya funcionan en modo de “migración climática”.

Migración climática: Una realidad en Tuvalu

Tuvalu y Australia han anunciado oficialmente su acuerdo de migración climática—un primero, según Australia. El tratado, finalizado en mayo de 2024, permite a los ciudadanos tuvaluanos obtener una visa climática. Estará abierta a personas con discapacidades o condiciones de salud; el gobierno australiano reconoce que estos grupos suelen ser excluidos de los programas de visados. Sin embargo, los ciudadanos de Nueva Zelanda no son elegibles, ya que el esquema prioriza a quienes no tienen otra opción de respaldo. Tuvalu está entre las naciones más amenazadas por el cambio climático. Según la NASA, gran parte de su infraestructura podría quedar bajo el agua en 2050.

Cupos y ayuda para la reubicación

En virtud del tratado, se emitirán 280 visas cada año. Es mucho menos que el número de solicitantes: aproximadamente 8.750 tuvaluanos (de un total de 11.000) se inscribieron en la lotería lanzada el 18 de julio. En otras palabras, el 80% de la población espera conseguir una visa—no para marcharse con prisa, sino para garantizar su seguridad. La visa permite la libre circulación entre Australia y Tuvalu, y otorga a sus titulares el derecho a trabajar y estudiar en Australia. Una selección aleatoria está en marcha desde el 25 de julio. El Ministerio del Interior australiano reconoce que no habrá espacio para todos. El ministerio también garantiza apoyo para ayudar a Tuvalu a adaptarse a los riesgos climáticos. El tratado mantiene a Tuvalu como un estado independiente, aunque quedan preguntas sobre cómo se podrá ejercer esa independencia a largo plazo.

Migración climática: ¿qué proponen otros estados?

¿Veremos más programas de migración climática? Por ahora, la cuestión resuena mucho más en las regiones insulares del Pacífico que en otros lugares: el 90% de la población allí está preocupada por el desplazamiento climático, frente a menos del 50% de los estadounidenses. Australia espera que su iniciativa se convierta en modelo. Maldivas, Islas Marshall y Kiribati—cada una amenazada por la subida del mar—quieren un programa similar. Por el momento, las Maldivas están construyendo islas artificiales como Hulhumalé, situada dos metros sobre el nivel del mar. Los expertos siguen considerando esta solución frágil.

Estados Unidos

Estados Unidos ha firmado varios Acuerdos de Libre Asociación con países amenazados por la sumersión: Islas Marshall, Palaos y Micronesia. En virtud de estos acuerdos, los ciudadanos de esos estados pueden vivir y trabajar libremente en EE.UU., pero con acceso limitado a beneficios sociales. Otro obstáculo: el escepticismo del actual presidente estadounidense sobre la urgencia climática. En marzo de 2025, el presidente de Palaos, Surangel Whipps Jr., interpeló a Donald Trump y denunció la falta de compromiso de Estados Unidos.

Argentina e India

En 2023, Argentina lanzó una visa humanitaria dirigida a ciudadanos latinoamericanos obligados a dejar sus hogares por un desastre climático. En India, la visa climática de Australia ha inspirado ideas. Algunos en el gobierno sugieren que crear una visa climática india podría ser una forma eficaz de mejorar la imagen internacional del país—y un canal para atraer talento extranjero.

Nueva Zelanda

En 2017, Nueva Zelanda puso en marcha un programa para acoger migrantes climáticos del Pacífico. La iniciativa fue rechazada por las comunidades afectadas, que criticaron la política neozelandesa y presionaron al gobierno para reforzar sus medidas de descarbonización y reducir la contaminación en la fuente.

Uganda y países socios

África está directamente amenazada por el cambio climático. El aumento de las temperaturas y las inundaciones obligan a millones a abandonar sus hogares. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), ha habido 220 millones de desplazamientos internos en los últimos diez años. Para responder a la emergencia climática, varios estados africanos adoptaron en 2022 la Declaración Ministerial de Kampala (llamada así por la capital de Uganda) sobre migración, medio ambiente y cambio climático. Se basa en una serie de convenciones (1951, 1969, 2009 y otras) diseñadas para apoyar a las poblaciones desplazadas y otorgarles protección legal. El desafío ahora es garantizar que los estados implementen estos compromisos.

¿Avanzamos hacia un pasaporte climático?

El Banco Mundial estima que podría haber 216 millones de migrantes climáticos para 2050. ¿Y si la respuesta fuera abrir las fronteras? En octubre de 2023, el gobierno alemán bajo el canciller Scholz consideró introducir un pasaporte climático y una visa climática. La idea no es nueva. Ya en 2018, expertos alemanes defendían un pasaporte climático reservado a los ciudadanos de territorios en riesgo de desaparecer.

Los desastres climáticos de los últimos años han reavivado el debate, también en Francia, que aún lidia con las secuelas del ciclón Chido—una tormenta que golpeó la isla de Mayotte el 14 de diciembre de 2024. El problema es que un pasaporte climático está lejos de ser una solución de consenso. La urgencia climática choca con los cálculos políticos y una tendencia acelerada hacia el endurecimiento de fronteras. Los movimientos de extrema derecha se oponen a dicho pasaporte, advirtiendo que crearía un “efecto llamada”. Sus defensores, en cambio, recuerdan las responsabilidades de los estados: los mayores contaminadores suelen ser los menos afectados por desastres naturales. Algunos en Tuvalu comparten esa visión, argumentando que Australia tiene responsabilidad en la contaminación marina.

Migrantes climáticos: ¿Un nuevo tipo de refugiado?

¿Deberíamos hablar de “refugiados climáticos”? Australia dice que no. El país insiste en que su visa climática no debe confundirse con el estatus de refugiado, que se concede solo a personas perseguidas en su país de origen; ese estatus les otorga derecho de asilo en otro lugar. Los migrantes climáticos no están siendo perseguidos. Sin embargo, el término “refugiado climático” ya ha entrado en el discurso internacional para describir a quienes se ven obligados a abandonar su país por una alteración política (según se plantea en el artículo), aunque la expresión no tenga valor legal. Y ahí, precisamente, radica la controversia.

Los opositores dicen que no, señalando que la mayoría de las personas en movimiento se reubican dentro de su propio país. El derecho internacional no reconoce a los “refugiados climáticos”, y la expresión se considera un término incorrecto. Otros apuntan a casos como el de Tuvalu—que está lejos de ser único—y argumentan que crear un estatus legal ayudaría a preservar la identidad, cultura e historia de un pueblo.

Este es uno de los debates planteados en Japan Sinks: People of Hope, una adaptación televisiva reciente de la novela de Komatsu Sakyō que se emitió a finales de 2021. Para preservar la cultura y los lazos sociales entre comunidades desplazadas, los responsables políticos en la historia recurren a soluciones digitales. ¿Se convertirá la ficción en realidad en Tuvalu? En 2023, el estado planteó la idea de “transponerse” al metaverso para salvaguardar su cultura. Es una estrategia con fortalezas, pero también con límites (incluida la huella ambiental de la tecnología digital). Una solución perfectamente ecológica es difícil de lograr. Aun así, los estados reconocen que la migración climática probablemente se convertirá en uno de los desafíos definitorios de los próximos años.

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Sobre

Asaël Häzaq, editor web especializado en noticias políticas y socioeconómicas, observa y descifra las tendencias de la economía internacional. Con su experiencia como expatriada en Japón, ofrece consejos y análisis sobre la vida del expatriado: elección de visa, estudios, búsqueda de empleo, vida laboral, aprendizaje del idioma, descubrimiento del país. Titular de un áter II en Derecho - Ciencia Política, también ha experimentado la vida como nómada digital.

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